Díjose el poeta:
eres libre;
y su interlocutor ignoró.
Díjose el interlocutor:
eres preso;
y el poeta atendio.
Díjole el poeta al interlocutor:
leeme;
que para algo escribo.
Díjole el interlocutor al poeta:
déjame;
que yo a leer no he venido.
Díjome el poeta:
ámame;
como a ti mismo haz de hacerlo.
Díjome el interlocutor:
pruébame;
como a ti mismo haz de probarte.
Díjeles a los dos,
en tono soberbio pero sincero:
no amaré mas de lo que amo,
ni probar mas de lo que lo hago;
mas no por el contrario,
el dejar de hacerlo.
Cuando lo requiera el momento
arderé como una hoguerapor dentro;
o seré frío,
como un lobo estepario.
Ahora lo pude comprender mejor, que bien que los subiste.
ResponderEliminar